Es una la cura: reconciliarse  con los lugares, con el tiempo, con lo que no hicimos y planeamos.

Y hubo miedo.
El terror que despertar en otra cama quizá de hasta sobrevolar otro cuerpo.
Que el placer es lluvia que moja y pasa; después, nada.

Y hubo planes.
Amor eterno de 6 meses con altares y sacrilegios. Un pequeño depto sin más lleno que dos cuerpos.

Y fue y nos rompió.
¿Quien da la cura y quien sigue abriendo las llagas?
Las manos asperas, huesos rotos, ojos rojos, fiebre, encorvados, sin oídos ni lengua.

¿Será que... fue amor?

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